Cultura no es ocio
Apreciadxs Amigxs:
Tras volver de México y Colombia y ver como funcionan y se la juegan los gestores culturales en América Latina, y en nombre de qué ilusiones trabajan, cobrando o sin cobrar, y frecuentemente gastando de su dinero para poder llevar cultura y espectáculos a la gente porque que piensan que les «hará bien»… me senté a escribir…
Muchos de Uds. están llenos de trabajo… Por favor, no se sientan obligados. No hace falta que lo lean si no tienen tiempo… Prefiero sentirme libre de contactar con la gente que aprecio…
Cariños
Sergio
Cultura no es ocio
El menosprecio español por la cultura
España esta enferma. Enferma de valores débiles. Enferma de incultura.
Y quienes actúan como elemento transmisor de esa enfermedad son, entre otros, los que gestionan la cultura. No por que les falte la capacidad de hacerlo, sino porque cumplen un trabajo, una función en un esquema enfermo. Y no saben como salirse de él.
(Gran paréntesis 1)
SER Y FUNCIONAR (el Ser y el Funcionario)
Todos tenemos claro (haciendo un esfuerzo de imaginación) que si a Javier Solana, en su idealista juventud, le decían que podría ser el Secretario General de la OTAN, habría dicho: “En ese caso, aprovecharía para insistir en el desarme unilateral, para derrocar el poder de los fabricantes de armas, para destruir las redes de tráfico de elementos de muerte…”. Todos también tenemos claro cuánto habría durado en su puesto si sólo hubiera sugerido un uno por ciento de esta idea. Bien. Ahora cumple su función (es “funcionario”) correctamente… Pero ya no es “él… Es quien puede ser de acuerdo a las circunstancias. Pero ya nunca más será “él”.
(Fin del Gran Paréntesis 1)
Quien trae ese virus infectante no es más que el sistema capitalocrático que nos afecta y del cual somos parte activa, “afortunadamente” como actores del primer mundo, no del segundo, que nunca se sabe donde anda, ni del tercero, que de eso nos vamos salvando.
Y en este esquema social, el “gestor cultural” tiene su función ya determinada por las necesidades socioeconómicas, como dijo hace 150 años Charles Marx y nuestro Sistema se ha empeñado en demostrar que tenía razón.
De entrada, tomemos un periódico cualquiera de nuestro país… Entre las secciones figura una de las mas extensas: “Cultura y Ocio”. Cada vez más peligrosamente juntos. Y no por que ello nos oponga al “cultura y negocio”, que también están cada vez más enfermizamente juntos. Simplemente, porque cada vez se entremezclan mas esas tres concepciones: Ocio, Cultura y Negocio, y no se sabe cual es cual.
¿Cómo ha conseguido el Sistema penetrar nuestra forma de ver la cultura? Mediante lo que nos pervierte casi todas las percepciones: el “resultismo”, la “efectivocracia” y la politización de las gestiones culturales. (Y entiéndase esto como que la politización, por bien intencionada que sea, nos lleva al “resultismo” y a la “efectivocracia”). Y la pérdida de esa idea tan bonita que en algún momento a muchos nos emocionaba y nos hacía sentir deseosos de formar parte de ese mundo cultural: su utilidad para la formación del espíritu del pueblo, de la gente… de los ciudadanos, de los seres humanos…
¿Para qué quiere un gestor cultural de cualquier ciudad o pueblo de España hoy en día la Cultura? ¿Para qué cree que trabaja? Creo que es hora de que quienes dedican sus energías a este menester se lo pregunten con la máxima sinceridad posible… Y piensen ante quienes son responsables, o ante quienes se sienten responsables los técnicos de cultura, para que vayan sabiendo quien les dicta la ideología de su trabajo.
Si, si!. Ideología!. Porque las concepciones con la que se encaran las tareas culturales son I-DE-O-LÓ-GI-CAS, aunque muchos de los actores no se den cuenta. Y dictadas por los responsables políticos, cosa de la que los actores sí se dan cuenta y saben muy concientemente. Y en ese proceso perverso, se desnaturaliza la función del arte, de la cultura y de su propia vida… De la propia vida de los gestores culturales, que tenían la ilusión de formar parte de un movimiento que modificara la ideología del pueblo, que lo encauzara, enriqueciera, humanizara y les permitiera vivir una vida mas plena … He hablado con muchos gestores culturales a lo largo de los últimos 20 años, y no he encontrado en ninguno de ellos, con excepción de algunos jóvenes “recién llegados” la ilusión de su trabajo, el placer de desempeñar una función educativa, social, formativa… Simplemente, no es un tema de conversación. No existe en sus mentes ya.
Y es que una cosa somos (“éramos”) nosotros, como personas pensantes, y otra cosa es “la función” que desempeñamos en nuestra vida de funcionarios. Pensémonos muy bien este término… ¿qué significa?… Ése es nuestro “trabajo”, tal como podría ser el de un empleado bancario. Y en nuestro trabajo, no “somos”. Simplemente “cumplimos una función”. Y si no lo “hacemos bien”, podemos “perder el trabajo”. O “disgustar” a los que nos lo mandan. De la misma manera piensa el soldado. “No tengo otra salida”. De la misma manera piensa el asesino a sueldo: “Si no lo hago yo, lo hará otro”. Y para eso, mal por mal, me quedo yo con el dinero…
Como decía antes, llevo muchos años visitando técnicos culturales de todo el país. He encontrado gente contenta por los resultados de sus acciones, medidos exclusivamente por la cantidad de gente que asistía a los actos que organizaban… Y es mucho más fácil conseguir de ellos una noción sobre cuales son los mejores jamones, o los mejores vinos, o dónde se comen los mejores quesos, o qué artista puede traer a más gente, que de cual es su función social en su ciudad o pueblo. ¿Porqué…?
EL EXITISMO ECONÓMICO EN LA CULTURA EUROPEA
Totalmente ya infectados por el pensamiento exitista, resultista y meritocrático que nos impone la Metrópoli, desde sus libros de autoayuda y sus concepciones básicamente triunfalistas, los españoles hemos decidido que la mejor forma de resolver nuestra propia vida es instalarnos en un conformismo hedonista al cual le atribuimos la triste y dudosa responsabilidad de otorgar sentido a nuestra existencia. Y estamos enfermos… Tanto que acabamos en el fondo riéndonos de los poetas y celebrando a las figuras de la tele… Unos nos llenan los teatros, nos hacen “exitosos”. Los otros nos resultan patéticos, porque intentan hacer llegar su mensaje de sensibilidad a públicos cada vez más raquíticos. Y, desde nuestra orgullosa y autocomplaciente memez, sonreímos tiernamente ante cualquier planteo idealista… (“¡Sí… cuando era joven yo también creía en esas cosas!… Pero no es ese el camino, chaval…!”) De todos modos, esto no es muy posible que pase porque los idealistas han tendido a desaparecer. Ahora sobreviven los realistas. Los que se adaptan a nuestra realidad.
¿La Cultura es diversión? Sí. ¿La Cultura es éxito? No (Van Gogh no habría expuesto en ninguna galería importante hoy en día: era un pintor que “no vendía”). ¿La Cultura es Educación para la sensibilidad, para ayudarnos a llevar una vida más intensa? Sí.
Diferenciemos de una vez la Cultura del hedonismo cultural al que nos vemos sometidos. La resultadocracia nos enferma, nos tiñe el alma. Nos resignamos a ver a los adolescentes imbecilizados, a los jóvenes preparados simplemente para producir más y mejor, mas efectivamente, pero sin sentido alguno de su vida…
Bueno… alguien podría argüir que exagero y que la sensación de felicidad de los españoles es mas alta de la que uno imagina que deberíamos tener… Y eso es algo a tener en cuenta…
Ah, perdón! ¿Es que ahora resulta que vivimos para ser felices? ¿Quién nos ha hecho creer eso? ¿Quiénes nos lo repiten día y noche, inculcándonos esa ideología en la que la gente acaba justificando la prostitución porque “se gana mucho” y “hacen lo que quieren”?. ¿Son felices las gallinas? ¿Son felices las vacas?. ¿Debería ser feliz una gallina que produzca el triple de huevos que las otras?
Si alguien se reconoce en estos pensa-sentimientos sabrá que en nuestra sociedad, ahíta de placeres y de autocomplacencias, nos quedamos aburridísimos mirando como nuestro ombligo se va alejando de nuestra columna vertebral a base de capitas de grasa, sintiendo oscuramente en el fondo de nuestro corazón que nuestra vida es un poco vacía, pero sin saber a ciencia cierta cual puede ser la forma de llenarla un poco mas. Desde luego, continuar con esta política de barriga llena y corazón vacío, no creo que nos saque de nuestra autocomplacencia.
Quizás necesitemos un nuevo Mayo del 68 para que se nos muevan un poco los esquemas. Pero si no lo hacemos nosotros, nos lo harán a nosotros.
¿Quién es el Machado de las nuevas generaciones? ¿Quién es el Neruda que les emociona? ¿Dónde está el Casals de nuestros jóvenes? ¿Contribuimos nosotros a hacérselos conocer? Confiemos en que … quizás… ver alguna de las antiguas películas de nuestro querido Arnoldo (Swartzeneger) en la tele les abrirá un poco el corazón.
Porque otras opciones… no tienen… No se las damos…
No se las in-ven-ta-mos.
Sergio Dantí i Mira
Ex – Gestor